
Durante la Edad Media, la educación se hallaba bajo la tutela de la Iglesia. Y es con la Modernidad que se produce una ruptura de raíz, dando lugar a la escuela tal como la conocemos hoy. Comienza el proceso de secularización, la escuela se transforma cada vez más en un problema del Estado.
Esto implocó un cambio de cosmovisión. El desarrollo de la ciencia, la centralidad en la Razón, en el control de las fuerzas de la naturaleza, la idea de progreso, la imposición de La Cultura por sobre las culturas, etc.: hacen al proyecto moderno, el cual es encarnado por la escuela.
Tal como sostiene Huergo: “La escuela, que significó y significa una revolución en la manera de organizar los procesos de socialización, de habilitación para funcionar cotidianamente y de transmisión y uso de conocimientos, debe entenderse en relación con los otros núcleos organizacionales, y con los rasgos propios de la modernidad: la sociedad capitalista, la cultura de masas, la configuración de hegemonías y la democracia.”
Lo primero que se da es un desplazamiento de las culturas orales a la lógica escritural. Como entiende Walter Ong, la educación debe girar alrededor de la escritura y la lectura del texto, más precisamente en el libro como localización del sabes y “lo culto”.
En estos momento se formaron diferentes representaciones hegemónicas en torno a la educación:
· La educación anudada a “lo positivo”;
· La educación anudada a la escuela;
· La educación como “preparación para” la vida.
Es la búsqueda del disiplinamiento de los cuerpos, del “buen encauzamiento” del sujeto en su entrada al mundo del conocimiento, la normatización y normalización, desde una mirada muy foucaultiana.
Una de las primeras obras al respecto es Didáctica Magna de Comenio, un Obispo reformista, que presenta a la escuela como “laboratorio de la humanidad”. Con la idea de dar “todo a todos” (todos los saberes a todos), es que recibe a niños considerados vulgares para convertirlos en nobles.
En Argentina, para hablar de educación necesariamente hay que aludir a Sarmiento, ya que significa el origen de la construcción del pensamiento nacional. Lo que hace para empezar es realizar un estudio de las condiciones económicas, demográficas, ocupacionales, etc. Todo esto se ve plasmado en su reconocida obra “Facundo”. Entiende que es urgentemente necesaria la educación para la civilización. Es así, que mirando la experiencia de otros países “avanzados”, llega a la conclusión que de la única manera de formar ciudadanos es con el pasaje de un sistema ganadero a uno agrícola. Bajo el influjo de las ideas liberales, sostiene que sólo sintiéndose propietarios podrán pretender derechos y ser libres.
Sarmiento logra establecer una “formación discursiva hegemónica”, una “formación binaria”, al oponer civilización y barbarie. Y no hay nada con mayor poder ideológico que esto. Lo que hace es basarse en diferencias empíricas para establecer fronteras insaldables. Pero en determinado momento se tiene que lograr que uno de los polos (en este caso la barbarie) desee ser el otro: y esto según Sarmiento, lo logra la educación.
Posteriormente, aparecieron tradiciones críticas, que no restringen su mirada a la educación “escolar”, que constituye un proyecto contrahegemónico. Un representante de estas ideas fue Simón Rodríguez (maestro de Bolivar) que planteaba que es la vida social misma la que nos forma: “el pedagogo no soy yo el pedagogo es el viaje”. Con esa frase deja ver que no identifica necesariamente al educador con una persona, sino con la experiencia. Por otra parte, también encontramos a Saúl Taborada que reivindica la “pedagogía comunal”, que no se centra en la escuela, sino que ve a todos los espacios sociales como educativos. Esa pedagogía fue eliminada con la incorporación de las ideas de Sarmiento al sistema educativo oficial.
Ya en los años 60, años de importantes luchas sociales abiertas, también en el plano cultural y educativo. La discusión estaba dada entre desarrollo y subdesarrollo. Esto atravesaba todo el continente. Se había dado la Revolución Cubana, con resultado triunfante. Y EEUU estaba preocupado por su influencia en el “patio trasero”. Se preguntaba cómo frenar los movimientos insurreccionales, cómo hacer de las sociedades subdesarrolladas, sociedades desarrolladas. Para resolver esto, se crea la Alianza para el Progreso. Planteando políticas en relación a tres sectores: en primer lugar, para el sector agrícola, buscando la tecnificación del trabajo rural (hay que tener en cuanta en Latinoamérica el campesinado estaba muy vinculado a la insurgencia revolucionaria, por lo que esta maniobra es un intento de desarticulación); en segundo lugar, para el sector demográfico, intentando controlar el crecimiento descontrolado, que entendían contribuye a la pobreza; y por ultimo, al sector educativo, fortalecieron las escuelas técnicas y se dio un proceso de sistematización de la enseñanza media.
En esta misma línea, surge el campo de la comunicación/educación orientada a llevar los medios de comunicación a la escuela.
Ahora bien, las criticas al desarrollismo también eran fuertes en esa época y tenían gran incidencia. Surge un pensamiento contrahegemonico: el de Freire. Hablando d
e pedagogía problematizadora y liberadora, se acerca a los sectores oprimidos y trabaja con ellos. Le cambia el sentido a la alfabetización, dándole importancia a la lectura y escritura de la vida y el mundo.Es así, que la escuela se torna un espacio social, en el sentido de que es una “zona donde se establecen relaciones, se plantean conflictos o pugnas por el sentido del mismo espacio” (Huergo y Morawicki).
Las posteriores dictaduras cívico-militares asestaron duros golpes a la educación, seleccionando contenidos fundamentalistas y obsoletos.
El retorno a la democracia, permitió un nuevo respiro para la enseñanza. Pero se continuo favoreciendo los contenidos técnicos e importantes para el mercado. La huella del neoliberalismo en la educación es tan brutal como la de las dictaduras, fragmentando cada ves más los conocimientos, privatizando la educación. Con su peor cara, la escuela se muestra como una institución de legitimación del sistema imperante. Al mismo tiempo que tiene que enfrentar altos niveles de conflictividad y complejidad social.
Asimismo, es oportuno atender a la diferenciación realizada por McLaren entre “escolarización” y “educación”, ya que “la primera es principalmente un modo de control social; la segunda tiene el potencial de transformar la sociedad, entendiendo al estudiante como sujeto activo comprometido con su desarrollo y su sociedad”.
Bibliografía consultada:
· Apuntes de las clases teóricas de Comunicación y Educación;
· Jorge Huergo: “"De la escolarización a la comunicación en la educación";
· Jorge Huergo y Kevin Morawicki
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