domingo, 1 de agosto de 2010

Delimitaciones del campo...


No vamos a hablar de propiedad privada, ni de los metros cuadrados de un lote, como pareciera confundir el titulo, sino de un campo académico interdisciplinario como es la comunicación/educación. Si bien, es una disciplina joven, se configura dentro del estudio y las practicas político-culturales en relación a un objeto determinado: la articulación entre la formación de sujetos (objeto de la educación) y la producción de sentido (objeto de la comunicación).
Esta relación es de por sí problemática, compleja y confusa, y suele ser atacado por ciertos reduccionismos, realmente nocivos, que son necesario visualizarlos para no reproducirlos en nuestras experiencias.
· Hay un reduccionismo clásico relacionado con cada uno de los campos por separado: por un lado, la reducción de la comunicación a los medios de comunicación, y por el otro, reducción de la educación a la escuela;
· Una mirada unilateralmente pedagógica también es errónea. Acceder a la comunicación/educación solamente desde la práctica educativa puede significar un error epistemológico, ya que la educación es sólo un elemento en la articulación;
· Perspectiva tecnisista, representada de dos formas: por la asimilación de la comunicación a los medios, y las innovaciones tecnológicas (informática) en el ámbito escolar;
· Perspectivas semioticísta o hermenauticísta, sería caer en un mero interpretacionismo de lo que son y significan las relaciones entre comunicación y educación, sin atenderlas como prácticas sociales, como praxis;
· En ultima instancia, está la reducción del campo a las prácticas, a los proyectos en comunicación/educación.


Ahora bien, teniendo en cuanta el asidero excepcional que tiene el campo en latinoaméntica, debemos evaluar sus orígenes, el contexto histórico que le dio lugar. Como señala Huergo, surge en una época de conflicto entorno a proyectos regionales como fueron las décadas de los 60 y 70. La batalla no se libraba sólo en terreno teórico sino practico. La disputa se daba entre el “difucionismo desarrollista” y una perspectiva revolucionaria, popular y liberadora. Es aquí donde cabe hablar de hegemonía y contrahegemonía en comunicación/educación, ya que nos encontramos con el choque entre “quienes descubren los alcances comerciales y mercantiles del campo”, y quienes persiguen un proyecto critico y liberador.
La diferencia se ve claramente en la praxis, en la articulación entre acción y reflexión. Como sostenía Marx: “Los filósofos se han encargado de interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”. La praxis en comunicación/educación es política, porque todo acto es político, y en este terreno de disputa donde se pelea por la emancipación, transformación y autonomía del sujeto.
La pedagogía “liberadora”, planteada por Paulo Freire, es de donde se agarra toda la tradición critica en comunicación/educación ya que establece una ruptura con la escolarización y la tecnocracia. El pedagogo brasilero, comienza por realizar una fundad critica a la “educación bancaria”, basada en la verticalidad y jerarquización de acuerdo a saberes (legitimados) acumulados. Y contrapone la “pedagogía del oprimido”, la cual debe ser elaborada con él (el educando) y no para él, en esta pedagogía el educando sale del lugar pasivo al que lo habían acostumbrado, es tenido en cuanta e incorporado al diálogo.
Esta perspectiva se funda en la memoria y las luchas colectiva del pueblo, y hace de la comunicación/educacion un territorio común, un lugar que se habita.
Siguiendo los lineamientos del texto: “El reconocimiento del ‘universo vocabular’ y la prealimentación de las acciones estratégicas”, podemos notar que en la práctica pedagógica se transparencia una ‘estrategia’, con todos aquellos pasos y formas que nos damos para alcanzar el objetivo delimitado. El punto está en si pensamos nuestra intervención de manera fija, trabajando para el otro, creyendo que somos lxs poseedorxs de la verdad y sólo nos queda llevarla a la práctica; o con una perspectiva más abierta y revolucionaria, como la que se logra desnaturalizando las jerarquías educativas, entendiendo al educando fuera del lugar de ‘recipiente vacío’, tomando sus experiencias y construyendo en conjuntos, como lo entiende Freire.
Alcanzar un horizonte político liberador, va mucho más allá de la teoría, de la simple enunciación o el deseo personal (grupal), requiere la puesta en práctica. Y un proyecto con perspectivas innovadoras sólo será aceptado positivamente, si tenemos en cuenta (es decir conocemos y reconocemos) el “universo vocabular”.
Esta noción habla del “conjunto de palabras o el lenguaje con el que los sujetos interpretan el mundo”, y el acceso a ese universo solo se consigue estando en contacto con los educandos. Pues si nosotros lo establecemos desde afuera actuamos de acuerdo a prejuicios y prenociones, no contrastadas con la realidad.
Lo rico de esto es que nos permite acceder al “campo de significación del otro”, es decir, a los valores, saberse, prácticas, códigos, ideologías, etc. que comparte una cultura o subcultura y, desde la cual conoce y participa en la realidad.
En todo caso, hay que comprender que el sujeto de la educación se conforma en la práctica como sujeto activo y condicionado tanto por las condiciones sociales, políticas, jurídicas, academicas, etc. que rigen en la institución escolar, como por los discursos que circulan en espacios de la vida cotidiana. Así se construye hegemonía, ya que el sujeto acepta el papel que le propone su opresor. Buenfil Burgos afirma que “el proceso de educación crítica o liberadora si se quiere, implicaría que la modificación de la práctica cotidiana (a partir de la interpelación educativa) estuviera encaminada a la denuncia, crítica y transformación de las relaciones de opresión diversas (clasista, sexista, autoritaria, malinchista, burocratizante, etc) que rigen en una sociedad específica”.
“En este sentido, Comunicación y Educación deben ser entendidos en las coordinadas de la cultura, entendida como espacio de hegemonía”, dice Huergo. Dentro de este ámbito se libra una batalla entre la cultura popular y la dominante (Cultura). La primera es diversa, heterogénea, contradictoria. En oposición a esta, se encuentra la cultura oficial (o cultura de las clases dominantes): sólida, única y sistemática (en términos histórico-formales).
Un gran aporte es el de Hector Schmucler cuando sostiene que la comunicación/educación “no solo puede entenderse como un objeto constituido, sino principalmente como un objetivo a lograr; objetivo que conjuga deseo e interés crítico, que da sentido a las prácticas”. Esto muestra una voluntad transformadora, en el sentido ético y político.

Bibliografía consultada:
· Rosa Nilda Buenfil Burgos: “Análisis de discurso y educación”;
· Jorge Huergo: “Comunicación y Educación: aproximaciones”;
· Jorge Huergo: “El reconocimiento del ‘universo vocabular’ y la prealimentación de las acciones estratégicas”

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